miércoles, 6 de julio de 2016

MELANCOLÍA

    
   Surcaba con mi nave
las agitadas aguas
de aquel mar.

   Mi melancolía
me hacía pensar
en cosas irrealizables.

   Y soñaba con desterrar
esta tristeza que era mi agobio.

   Estoy solo, y durante el día
miro hacia el horizonte
y no veo mas que agua y cielo,
y me da la sensación
que se unen en algún punto.

   Y por muchas millas
que mi barco navega,
no consigo llegar hasta aquel punto,
en que debe producirse
el encuentro de ambos.

   Entonces desecho esta idea,
pues comprendo que es un imposible.

   Me distraigo observando
las velas de mi nave,
las olas ininterrumpidas
que se forman en la superficie
de las aguas, las aves marinas
que revolotean alrededor del casco,
ansiosas de hallar algún pececillo
que calme su devorador apetito,
alguna que otra nubecilla,
que parecen jugar como niños traviesos,
puesto que no permanecen inmóviles,
si no que se van desplazando
despacio de un lugar a otro,
quizás buscando el mas apetecible.

   Ya ha llegado la tarde,
y mi mente que se había distraído
con estos aconteceres,
pues barrunta la amargura
de la noche, con su triste oscuridad.

   No se ve nada.
   Solo el brillo de algunas estrellas,
que de vez en cuando se esconden
en el celaje, como si se avergonzaran
de que las estuvieran mirando.

   Como apenas duermo,
el tiempo transcurre muy lentamente,
y no hago otra cosa mas que meditar.

   Mi pensamiento se desliza
hasta nuestro hogar.

   Y te veo, como eres realmente.

   Y es entonces cuando me doy cuenta
de que no merece la pena
hacer estos escapes en solitario.

   No tengo la menor idea,
de cual es la distancia que nos separa,
pero si sé, que voy a tratar de recorrerla
en el mínimo tiempo posible.

   Como no puedo dormir,
una vez iniciado el rumbo
hacia nuestro horizonte,
grabo en mi mente
estos versos imborrables,
que perpetuaran siempre
en mis recuerdos.
  
   He salido con mi barco
creyendo que esta osadía,
me curaría sin reparos
la triste melancolía.

   Cuando de ti me he apartado
sin luz, sin norte, sin guía,
me hallo desconsolado
y me arrecia la agonía.

   Ahora regreso humillado,
arrepentido del día,
que sin haberlo pensado,
me arriesgué a esta iniciativa.

   Nunca mas probaré el hado
de apartarme de ti, vida,
yo siempre estaré a tu lado
hasta el fin de nuestras vidas.
  
  
          
                     Francisco Valladares Ortiz.

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